Estoy sentada en el piso del baño. No sé por qué, no sé cómo llegué acá y no sé cuándo. Solo sé que estoy sentada en el piso del baño.
Estoy sentada en el piso de baño, apoyando mi espalda en la puerta. Pensando, como suelo hacerlo cuando encuentro un momento de soledad, un momento de paz, y estoy pensando en que nada es exactamente cómo yo quisiera que fuera, creo que ni siquiera está un poco cerca de cómo quiero que sea. Estoy pensando y descubro, de repente, como una luz intermitente que se prende adelante mío, que tampoco es cómo PENSÉ que era, tampoco es como CREÍ que era, tampoco es cómo me dijeron que iba a ser.
Nada en mi vida es lo que parece ser, nadie en mi vida es como parece ser, nadie dice lo que piensa, nadie actua como debe, nadie hace lo que quiere. Y todo se resume siempre a lo mismo, a ser marionetas manejadas por quién-sabe-qué, marionetas que nunca toman la decisión correcta, ni la decisión querida, marionetas que terminan tiradas en el piso, sufriendo el dolor que-quien-sabe-quién les provocó. Marionetas, rotas, cansadas, quebradas, adoloridas, viejas, deshechas, tristes, y olvidadas que nunca, jamás consiguen lo que desean.
No hay comentarios:
Publicar un comentario