te extraño.

Y yo ya no sé como sentirme a estas alturas, ya pasaron 5 años pero todavía siento el vacío.

Vivo preguntandome en dónde estás, con quién y cómo; como hubiese sido tu vida si todavía estuvieras acá; ¿Por qué vos? ¿Por qué así?

Te extraño, de verdad. Los domingos no son lo mismo sin ir a visitarte. Todavía vive en mi cabeza aquel día en el que te ví y estabas así. Aproximadamente el once de octubre del dos mil cinco las diez treinta a.m, mi vida había cambiado. El peor día de mi vida, saber que no te iba a volver a ver nunca más, saber que nunca más iba a comer tus naranju, que nunca más iba a poder tocarte, abrazarte, verte, ni hablarte, que no te iba a tener más conmigo. Y no lo merecías, no vos. Tenías que quedarte acá, estar conmigo, en mis 15, y conocer a tus bisnietos... estar acá. Pero es un pensamiento egoísta, porque quizás seguías sufriendo, y no. Me respaldo en lo que todos se repaldan: pensar en que ahora estás en un mejor lugar. Y sé que estás conmigo, al lado mío. Para que cuando caiga me hagas sentir que puedo seguir, que t e n g o que seguir.

Aunque en realidad hubiese preferido que te quedaras.

Cuando paso por tu casa te veo ahí; Sentada en la vereda, abajo del árbol, tomando mate, saludando a la gente. Y después desapareces, y MIERDA, NO ESTAS MÁS.

Te extraño tanto abuela, tanto.

Pero intento vivir con los buenos recuerdos, con tu alegrías, porque mi vida es más fácil con tu sonrisa guardada en mi mente.

Es inevitable sentirme vacía, triste, sola, porque no estás. Es inevitable extrañarte tanto, reprocharte tanto, recordarte... Porque nunca te vas a ir de mí.

Te amo con todo lo que tengo, y soy Abuela, y siempre va a ser así. S i e m p r e.

Quedas en mi memoria, no hay forma de no recordarte. No hay forma de poder olvidarte. Pero te pido, ahora, acá: Nunca me dejes